Hace años pensaba que mi poder venía de mi condición de abogada, de mi cuenta bancaria y de mi capacidad de huir de cualquier incomodidad.
Estaba completamente desconectada de mi cuerpo: exceso de café para compensar la falta de sueño, analgésicos para adormecer mi matriz, estreñimiento crónico, alucinógenos para escapar a otra realidad… Estaba muy irritable, enojada, confundida y agotada.

Por afuera todo se veía bonito, pero por dentro había mucha confusión.

Mi búsqueda de sanación me llevo a Tailandia, donde por primera vez el término feminine embodiment aparece, desde allí y en gratitud infinita prometí que haría lo posible para que más mujeres entiendan su importancia.

Mi transformación empezó cuando:

• Empecé a prestar atención al dolor y la incomodidad en las caderas, el pecho y la garganta.

• Aprendí a moverme y respirar de acuerdo a las necesidades de mi cuerpo femenino.

• Descubrí que dentro de mí, en mi vientre, hay PODER, poder de CREAR: de crear vida, de sanar, de crear la vida que quiero.